¡Una montaña rusa de emociones sin igual!
A lo largo de toda la franquicia, el público quedó cautivado por apasionantes secuencias de acción y momentos llenos de zozobra, como el escape en el último segundo de una habitación plagada de trampas mortales en Indiana Jones y el Templo de la Perdición, la desigual persecución protagonizada por un caballo y un tanque en Indiana Jones y la Última Cruzada y el rápido e inesperado final de un fanfarrón espadachín en Indiana Jones y los Cazadores del Arca Perdida, ¡entre muchos otros ejemplos!
Lo ingenioso del ritmo de estas películas es que no hay momentos de calma: Spielberg te lleva con gran maestría de las persecuciones de alto octanaje a pasajes de tensión a fuego lento de una forma tal que nunca puedes apartar los ojos de la pantalla.
¡El inesperado héroe del sombrero!
La imagen que el público guarda de un arqueólogo es la de alguien que pasa el tiempo leyendo libros y desempolvando cachivaches: ¡lo más aburrido del mundo! En contraste, para Indiana Jones, la arqueología significa viajar por el mundo en aviones destartalados, escapar de las trampas más mortíferas en templos que datan de tiempos remotos, perseguir enemigos para recuperar antigüedades importantes y llevar una vida que cualquiera envidiaría.
Cuando Indiana Jones llegó en la década de 1980, la mayoría de las películas de acción eran protagonizadas por musculosos antihéroes armados con ametralladoras quienes resolvían cualquier situación mediante la fuerza de los puños o los disparos. Indy era una propuesta radicalmente distinta, pues combinaba cualidades que no caracterizan normalmente a un héroe de acción.
Como las tres primeras películas están ambientadas en los años 30, Indy también recuerda a algunos de los personajes más representativos de esa época, interpretados por leyendas de Hollywood como Humphrey Bogart; su encanto natural, su agilidad mental y su vena romántica son ingredientes clave para que el personaje del Dr. Jones resulte convincente como alguien que vivió en ese tiempo. No es un héroe de acción de estilo moderno, sino una mirada a lo mejor del pasado.
Quizá el aspecto más auténtico de Indy sea lo que más frustra a sus enemigos: el hecho de que su personaje jamás se dé por vencido. Persigue sus objetivos sin pensarlo dos veces y, con más frecuencia de la que quizá le gustaría, se ve forzado a improvisar y encontrar soluciones sobre la marcha. Las cosas le salen mal tan habitualmente como le salen bien, lo que hace que sea muy fácil identificarse con él.