Recuerdos de viaje que puedes construir con tus propias manos
Ah, los recuerdos… Son como pequeñas máquinas del tiempo que nos devuelven a nuestro momento de felicidad (“al lugar que queremos regresar”). Bien, tal vez solo nos lo parezca a nosotros, pero nos hemos dado cuenta de que los recuerdos tienen un rincón especial en nuestros corazones. Puede ser porque a los humanos nos gusta mucho coleccionar cosas; somos, en esencia, cazadores-recolectores. O, a lo mejor, simplemente nos encanta compartir lo que hemos hecho y dónde hemos estado. Por eso surgió el moderno fenómeno de los objetos de recuerdo (o “souvenirs”), que apelan a esos instintos naturales y funcionan también como ingeniosa publicidad de boca en boca de los destinos.
Esa voz francesa deriva del latín “subvenire”, que significa ‘venirse a la mente’, y se aplica a todo objeto que despierta los recuerdos con los que tú lo vinculas personalmente, devolviéndote a un lugar y a las emociones asociadas a él. Aunque hay pruebas de que los objetos de recuerdo ya existían en el mundo antiguo, se cree que las formas más modernas de coleccionismo de recuerdos están relacionadas con el concepto alemán del siglo XVII “Wunderkammer”, o gabinetes de curiosidades, donde se exhibían objetos o piezas encontrados y creados. Eran casi los precursores de los museos. Más adelante, los privilegiados aventureros que emprendían el denominado Grand Tour volvían a casa con réplicas en miniatura de los lugares de Europa que habían visitado.
Esa cualidad de avivar la memoria ha sido fundamental para el desarrollo de nuestro tema Architecture en los últimos años, que comenzó centrándose en exclusiva en atracciones turísticas singulares (la Torre de Pisa, el Burj Khalifa, el Big Ben, etc.) y se ha extendido hasta la creación del paisaje de ciudades completas. Porque pensamos (y esperamos que estés de acuerdo) que un objeto de recuerdo debería activar en tu memoria tantas emociones como sea posible.